Escuchar a Dios
Desde 1990 todos los días escucho a Dios y tenemos pequeñas y largas conversaciones de cosas tan sencillas como, lo que voy a comer o qué ropa voy a utilizar y por supuesto sobre todos mis proyectos. Por ejemplo: Un día quería ir a una fiesta y pensaba que usar y escuche "La blusa verde". Le respondí a Dios. “No está aquí la deje en Matamoros.” Pero él me dijo. "Ahí está". Yo no lo creí pero aun así, fui a mi armario y para mi sorpresa ahí lo encontré. Hablar con Dios fue lo más normal del mundo. Recuerdo escuchar a mi mama decir. "Gracias Diosito porque ya bañe a mis hijitas”, “Gracias Diosito porque ya les di de comer a mis hijitas" o ya en la tarde "Gracias Diosito porque ya llego mi esposo." Yo no recuerdo cuando empecé hablar con Dios, solo sé que desde que tengo uso de razón, antes de hacer algo difícil, siempre pedia "Ayúdame Diosito". Hará veinte años encontré a la hermana de una de mis amiguitas y me pregunto. ¿Sigues siendo tan inteligente como cuando eras niña? Yo sorprendida le pregunte, ¿Por qué? Ella me contesto "Porque nunca se te dificultaba nada". Ya se imaginaran como me sentí, llena de vanidad. Cuando estuve a solas le pregunte a Dios. ¿Es verdad que yo era muy inteligente cuando era niña? Y Dios me contesto. "No, lo que pasa es que siempre me pedias ayuda." ups.
Pero vaya que era valiente. Yo tenía seis años cuando me pare enfrente del altar en iglesia de mi barrio para reclamarle a Dios "¿Por qué no podemos escucharte?" ¿Por qué Abraham, David, Salomón, Sansón y todos los antiguos te podían escuchar y nosotros no? Yo les recordaba porque mi mama nos leía a mis hermanitas a mi esas historias acurrucaditas en la cama sobre todo durante los meses de invierno. No escuche ninguna repuesta y me fui muy triste y molesta por que para mí eso era muy injusto.
Cuando tenía 16 años mi mama muy sabiamente me pidió un día. "Nunca vayas a una secta por que confunden a la gente." Mi vida transcurrió normal, termine la carrera de arquitecto y me case con el hombre que amaba. Años más tarde comprendí las palabras de mi mama. Ni yo ni mi esposo buscamos ninguna secta, ellos nos encontraron a nosotros. Ahora sé que mucha gente normal es atacada desde su niñez con sueños, visiones o pesadillas aterradoras por esas sectas y muchos han terminado encerrados en manicomios por la incomprensión de la sociedad. En otros casos otras personas de diferentes edades y sexo son raptados para formar parte de sus organizaciones.
Desgraciadamente sufrí el ataque de una secta durante varios años. Yo no los busque ellos me encontraron. Ahora se que ellos no soportan la gente de luz. Yo solo dormía cuando estaba totalmente agotada porque tenía horribles pesadillas y de día estaba aterrada y sentía un dolor muy fuerte en diferentes partes de mi cuerpo. Yo sabía que eso no era normal, pedía ayuda a Dios o al Arcángel Miguel y el ataque terminaba pero la secta no se rendía y hacían algo al día siguiente una y otra vez.
Un día, me baje de mi carro en una carretera para dirigirme a una Ermita. Yo estaba desesperada y comencé a gritarle a Dios con todas mis fuerzas. "¿Dónde estás "¿Dónde estás cuando yo te necesito?" cuando ya no tuve fuerzas para gritar, seguí gritando con mi mente y llore hasta que quede totalmente agotada. Dos semanas más tarde muy lejos de ese lugar, una señora me dijo. "Dios dice, que no le grites, El te escucha". En ese momento yo me sentí avergonzada, quería que la tierra me tragara, Dios había visto toda mi vida. Durante dos semanas una y otra vez repetí esa escena en mi mente de repente pensé si esa señora puede escuchar a Dios yo también puedo hacerlo. Entonces me arme valor para enfrentar a Dios nuevamente, esta vez para pedirle. "Enséñame a escucharte." Durante aproximadamente seis meses le hice muchas promesas a Dios, tales como. "Si te escucho, te obedeceré, si te escucho, aprenderé solo de ti, si te escucho, sólo iré a donde y cuando tú quieras. Yo ya olvidé todas las promesas que hice pero Dios me ha recordado algunas cuando ha estado a punto de romperlas.
Yo jamás escuche que una persona pudiera escuchara a Dios. Ahora sé que todos pueden hacerlo, solo necesitan tener fe. Pero ese es otro tema.
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Rosa M
